martes, 27 de septiembre de 2016

Idas y vueltas entre juego y cultura. Por Valentina Gambuzza y Paula Retamar

Entorno a la temática de los juegos de la niñez que hemos tenido la oportunidad de abordar de manera teórica como estudiantes de psicopedagogía nos hemos preguntado acerca de las implicancias del juego en la cultura: ¿cómo influyen los juegos en la configuración de lo social? ¿Existe una variación de juegos de acuerdo a la cultura que observemos? Incluso una variación del típico “huevo o gallina”: ¿qué estuvo antes, la cultura o el juego? Es evidente que podríamos seguir incursionando acerca del vínculo juego-cultura y formular muchos interrogantes que despuntarían interesantes proyectos de investigación. Pero a los efectos de este breve ensayo no buscamos ahondar en especificaciones ni grandes aseveraciones sino más bien reflexionar de modo general en las relaciones del juego y la cultura.

Para comenzar, creemos oportuno precisar a qué nos referimos cuando hablamos de juego y de cultura. Entre las muchas definiciones de juego que podemos encontrar en cantidad de textos académicos así como también en artículos y sitios web, decidimos optar por exponer aquí el concepto de Johan Huizinga, el cual consideramos más concreto y completo: “El juego es “una acción u ocupación libre, que se desarrolla dentro de unos límites temporales y espaciales determinados, según reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, acción que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría y de la conciencia de “ser de otro modo” que en la vida corriente.” (1939)
Entendemos que el juego es importante en la niñez porque inculca valores, modelos de interacciones con otras personas, influye en la formación del carácter en el niño y en su posición respecto a una sociedad. Los juegos tienen principio y fin y espacios determinados: el pequeño sabe que cuando triunfa un ganador el juego termina y que para constituirse en ese ganador debe amoldar sus acciones a las reglas colectivas.
Si para juegos encontramos gran diversidad de definiciones, el concepto de cultura implica un abanico aún más grande de concepciones. Sin adentrarnos en las diferentes disciplinas que han contemplado la cultura desde una posición académica, queremos acercar una idea del novelista Wiliam Somerset Maughau que nos permite reflexionar acerca de la cultura como aquello que atraviesa y es atravesado por el ser humano: “Hombres y mujeres no son solamente ellos mismos; ellos son también la región donde nacen, el departamento de la ciudad o la granja donde aprenden a caminar, las bromas de la niñez, las historias que escucharon, las comidas que comieron, las escuelas que frecuentaron, los poemas que leyeron y el Dios en el que creen.” (1995)
A la luz de este esbozo de conceptos, rápidamente podemos intuir el fuerte vínculo que establecen los juegos y la cultura, en tanto que el primero le permite al niño investigar, conocer, descubrir el mundo que lo rodea y entrar en ese mundo de una manera natural; simultáneamente podemos entender que la cultura es la que propicia al niño los modelos de interacción con otros, las nociones de tiempo y límites, y lo que es esperable de él para poder insertarse en la misma. Al respecto, Roger Callois afirma que “el juego es consustancial a la cultura (1958)”, en otras palabras no podríamos imaginar una cultura sin juegos que propician la actuación de los individuos en ella, ni juegos que no estén de la misma forma condicionados por la cultura.Así el niño que al escuchar la música se detiene y ve decepcionado que no ha quedado una sola silla desocupada acepta sin más que las reglas de que ha perdido y debe retirarse del juego, vemos como este pequeño ha podido incorporar mediante esta actividad el comportamiento de respeto necesario para su vida en sociedad.
Es interesante notar que a través de diferentes culturas hay juegos cuyos núcleos son muy similares lo cual puede denominarse el espíritu del juego, realidad intacta e inalterable que es transmitida en  cada una de las formas jugadas, independientemente de reglas, lenguas o registro social.
Entre algunos juegos que son parte de nuestra cultura los cuales hasta hoy en día algunos con más presencia que otros se hallan presente son:   
Martín Pescador: Este juego forma parte del folclore argentino, influido en gran parte por las tradiciones españolas. Precisamente en España este juego es conocido como 'Pase misí, pase misá', un pasatiempo que ha ido quedando en desuso pero que todavía hay niños que juegan, sobre todo, en el recreo escolar. Su forma de jugar es muy sencilla: dos niños se situán uno frente al otro formando un arco con sus brazos. Uno de ellos deberá ser Ángel y el otro Diablo. El resto formará una fila y tendrá que cruzar mientras recitan una canción. Al término de esta, el niño que quede entre los brazos del Ángel y el Diablo deberá elegir con quién quedarse para formar equipo. Cuando todos los niños hayan sido capturados, los dos bandos tiraran de una cuerda para decir quién será el ganador.
El tira y afloja: es uno de los juegos infantiles más divertidos. Sus reglas son muy sencillas y con sólo tres personas es suficiente para poder jugarlo. Uno de ellos deberá situarse en el centro, mientras que los otros dos deberán coger una cuerda, uno de cada extremo. El del centro cantará la siguiente canción: 'Al tira y afloja perdí mi dedal; cuando yo diga TIRA tienes que tirar... (Los chicos deben tirar del extremo de la soga) Cuando yo diga AFLOJA tienes que aflojar... (Los chicos aflojan la tensión de la cuerda)' Si uno de los dos falla deberá elegir entre 'prenda' y 'penitencia', teniendo que soltar una prenda suya o realizar alguna prueba mandada por el resto. Para que sea mucho más divertido, el del centro tendrá que ir aumentando el ritmo al recitar la canción.
La gallinita ciega: Raro es el sitio en el que no se juega a 'La gallinita ciega', y es que este tipo de pasatiempo tiene una gran popularidad en diferentes partes del mundo, aunque en algunas cambie de nombre. Para jugar a este juego se necesitan un mínimo de cuatro personas y una prenda de textil pequeño que normalmente suele ser un pañuelo.
A continuación, los participantes sortean para ver quien comienza a ligar, el cual tendrá que taparse los ojos con la prenda y dar vueltas sobre sí mismo cantando la siguiente canción: 'Gallinita ciega, ¿qué has perdido? Una aguja y un dedal en la Cuesta del Totoral. ¿Qué estás haciendo? Jugando con los negritos. ¿Qué carne quieres comer? ¿Carne de gente, o carne de gallina? Carne de gente. Bueno, date una vuelta y échate a buscar'. Cuando termine la canción la gallinita tendrá que intentar pillar al resto de niños sin quitarse la venda de los ojos.
Estos y muchos más son los que se transmiten de generación en generación, una manera de ser y hacer cultura forjando con la misma su identidad como sujeto siendo parte de esta, transmitiendo con juegos valores, costumbres, tradiciones.


También podemos concluir que el juego es fuente de aprendizaje porque estimula la acción, la reflexión y la expresión. Los niños aprenden jugando, es decir, investigan y descubren el mundo que les rodea, estructurándolo y comprendiéndolo. 

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