sábado, 17 de septiembre de 2016

¿Jugar es una pérdida de tiempo? Por María Belén Chesa, Martina Muñoz y Sofía Rocco

   “El juego en los niños, contribuye al desarrollo. A través de él estimulan los sentidos, aprenden a utilizar sus músculos, coordinan la visión con el movimiento, obtienen el dominio sobre su cuerpo y adquieren nuevas habilidades. Mediante la actuación ensayan papeles, afrontan emociones incomodas, mejoran su comprensión respecto al punto de vista de otras personas y construyen una imagen del mundo social. Desarrollan habilidades para solucionar problemas, experimentan el gozo de la creatividad y se tornan más competentes con el lenguaje” (Bodrova y Leong, 1998; J.I.F. Davidson, 1998; Furth y Kane, 1992; J.E. Johnson, 1998; Nourot, 1998; Singer y Singer, 1990).
Entonces cuando jugamos a la muñeca, a la escondida, a la play, o cuando jugamos a la casita ¿Aprendemos?
Si, en los diversos juegos mencionados aprendemos de distintas maneras.
    Cuando juegan con las muñecas o al juego de la casita hay una  interacción con otros niños, hay una práctica activa de la simulación, hacen de cuenta que son las mamas, los retan, le dan de comer, le cambian la ropa, los bañan como ocurre en la realidad, este ejemplo lo toman de su familia en los momentos familiares que viven a cotidiano
Por otro lado van a establecer reglas con los otros niños con los cuales comparten el juego “yo soy la mamá, vos sos el papá” “Vos vas a trabajar, yo  lo cuido, y después lo cuidas vos”. En este tipo de situaciones los niños aprenden a respetar turnos, son creativos, porque cada uno de ellos tiene un ejemplo particular de familia y debe existir un mutuo acuerdo. Así mismo hay una práctica constante del lenguaje en la interacción recíproca.
Por otro lado la play pone en desarrollo otras habilidades de los niños, como la coordinación óculo- manual, su motricidad fina, la capacidad de planificación, la atención, percepción así como también genera gran capacidad estratégica. Aprenden a respetar reglar preestablecidas por el propio programa y no las propias, aprenden a ganar y a perder.
En estos ejemplos mencionados encontramos algunas de las tantas habilidades que se practican en el juego. Para eso traemos traer las palabras de Fred Rogers (1928-2003)
“Se habla a menudo, del juego, como si se tratara de un descanso del aprendizaje serio. Pero para los niños, el juego es parte fundamental del aprendizaje serio. El juego es realmente el trabajo de la infancia.”

¿Qué aportes realiza el juego en el desarrollo del niño?
    El juego estimula las habilidades cognitivas del niño, permitiéndole comprender el entorno que los rodea y a desarrollar su pensamiento. Aquí, descubrirá los diferentes tipos de juguetes, cómo funcionan, cómo se utilizan, y cuál es su permanencia. De esta forma irá tomando conciencia de la realidad con la que interactúa.
    El juego estimula el desarrollo social, donde el niño se relaciona con sus pares, comparte su actividad, teniendo en cuenta al otro y comunicándose con él. Aquí aprende los rudimentos de la reciprocidad –dar y recibir- y de la empatía, donde los deseos de los compañeros van a ser tenidos en cuenta. Aparecen frases tales como, <<yo voy a hacer esto; y luego tu podrás hacer lo otro>>.
    El juego estimula al desarrollo emocional, donde el niño decide la historia de los personajes de su juego: lo que hacen, durante cuánto tiempo, de qué manera, quién está implicado. El equilibrio emocional que se consigue con el juego, es un estado de placer que el niño tiende a buscar.
    “El juego simbólico no es un esfuerzo de sumisión del sujeto a lo real, sino, por el contrario, una asimilación deformada de lo real al yo” (Jean Piaget 1896 - 1980). 
    Cuando el juego se relaciona con su entorno, el niño, se expone a una tensión psíquica fuerte. Crea un mundo que le ofrece garantías para vencer esas tensiones. Se crea una realidad alternativa que sirve para encausar sus energías hacía soluciones más satisfactorias para sí mismo.
    El juego estimula el desarrollo motor, ya que constituye la fuerza impulsora para que realice el movimiento deseado. Además, este desarrollo, se irá produciendo a través del deseo que el niño tenga  para actuar en su entorno, poniendo en marcha sus capacidades motoras, aumentando su competencia. En estas actividades, el niño desempeña movimientos en los cuales ejercita su motricidad fina, así como también gruesa.
Por ultimo no debemos olvidar que existe una diversidad de inteligencias, como dice Howard Gardner:
“Cada ser humano tiene una combinación única de inteligencia. Este es el desafío educativo fundamental”
Por lo tanto si decimos que cada uno de nosotros tiene un potencial desarrollo es posible que el juego denote el tipo de inteligencia que tiene el niño.
Para pensar. . .
·         ¿Qué pasa con los niños que no le gustan los juegos motrices, sino que prefieren los juegos de mesa? ¿Tienen una inteligencia distinta?
·         ¿Existe la multiplicidad de inteligencias? ¿Esta multiplicidad también se expresa en el juego?
·         El juego ¿Puede perfilar al niño a desarrollar alguna inteligencia en particular?


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